Muchos
calificaban a Beck como one hit wonder, después de su apabullante éxito
“Loser”, pero sin que nosotros supiéramos, ese hit, solo sería la punta del
iceberg dentro de su carrera, el cantante apostó por contratar a The Dust
Brothers (Beastie Boys), quienes le dieron forma y sentido a todas las ideas
que traía en su cabeza, lo cual, brindó un clásico instantáneo, no solo de los
noventas sino de la música en general.
Escuchar
Odelay, es como si se detonara una bomba de cientos de sonidos, como si todos
los géneros conocidos se mezclaran en una licuadora y ese fuera el resultado,
suena a todo y a nada a la vez, se amalgaman todo tipo de géneros, ritmos y
estilos como el folk, rock, pop, country, rap, hip-hop, garage, grunge,
electro, noise, lounge, bossanova y muchos sampleos, que hacen un disco
perfecto y único e inclasificable.
En
una sola canción se pueden encontrar diferentes sonidos como “Derelict”, o
bien, flotar en diferentes grados sónicos desde el más tranquilo hasta el más
estridente como “The New Pollution”, Beck, nos enseñó que era capaz de hacer grandes
canciones que serían un gran éxito como la última mencionada, o como “Devil’s
Haircut”, “Where It’s At” y “Jack-Ass”, sencillos desprendidos de esta
producción discográfica o bien, explorar nuevos territorios y experimentar con
ellos como “Novocane”, y siempre salir triunfante.
A partir de este álbum, la carrera de Beck cambió por completo, se mantuvo en el mainstream, se quitó la etiqueta de one hit wonder, se ganó el estatus de genio, exploró diferentes terrenos haciendo lo que más le gusta y manteniéndose vigente a la fecha.
La huella que dejó Odelay es innegable y hoy, un cuarto de siglo después de su lanzamiento es tan fresco, innovador, raro y único que no podemos ser indiferentes ante él.
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